Un anfitrión visitará tres vinaterías antes de encontrar el vino perfecto. Cuando somos los invitados esta bebida se transforma en un “gracias por esta velada” y nos esforzamos por hacer la mejor elección.

Hoy charlaremos de vinos blancos, nos introduciremos en el mundo de los secos y en el maridaje nos acompañarán los pescados y mariscos sustentables.

Podemos considerar un vino seco cuando tiene un bajo nivel de azúcar, no por ello exento de aromas y sabores, la fermentación de éstos suele ser más natural que la de los dulces.

Los secos se suelen distinguir del resto, sobre todo en la fase gustativa de la cata. Debido a la falta de dulzura, la acidez suele ser su característica más sobresaliente. En cuanto a los aromas, tienden más hacia los herbáceos o especiados, de tonalidades verdes y amarillentas.

Catalogados como ligeros, la clave es combinarlo con platos menos consistentes, quedan perfecto con ensaladas de brotes tiernos, arroces de mar, pescados blancos, mariscos, quesos tiernos y grasos. Personalmente prefiero un monovarietal de la uva sauvignon blanc, su nombre proviene de sauvage y blanc, que significan “salvaje” y “blanca”, originaria de Francia de las regiones de Loire y Bordeaux, cosechada en el valle de Guadalupe.